jueves, 19 de abril de 2007

La cárcel de Ivette


Aún yo no he podido, pero lo dicen: parir es inmenso dolor que desgarra el alma, hasta que el llanto de la criatura llega y lo desaparece. Los malestares de aquel día todavía los siente Olga Salanueva.
Hace siete años en Miami, del vientre tantas veces acariciado nació Ivette González Salanueva. Era el 24 de abril de 1998 y, a pesar del tiempo transcurrido, Olga continúa aferrada a sus sufrimientos, como si cada día fuera el anunciado parto de la esperanza que está por germinar.
Cuatro meses y medio tenía la pequeña hija, cuando el FBI entró en la casa de los Estados Unidos y se llevó preso a su padre René González Sehwerert; entonces, también la encarcelaron a ella, y a la madre: los pusieron a los tres en el cautiverio de la distancia geográfica que les niega el reencuentro.
A los 15 años de privación de libertad impuestos se une otra sanción adicional: no poder recibir visitas de su esposa e hija menor, a quien no ve hace más de seis años. "De este modo, quieren quebrar mi voluntad", dijo González Sehwerert en su alegato de autodefensa.
Así, han encarcelado a René, y metido entre las rejas del sufrimiento a su familia. Él sabe del color de los ojos de Ivette y no los ve, sabe de sus travesuras, y no las disfruta.Un día como el próximo 24, el único regalo que podrá hacer a la pequeña tal vez sea una llamada... Solo por esa vía podrá darle el abrazo ausente.
Entonces, cuando el teléfono suene, nuevamente la voz infantil y una pregunta: Papito, ¿por qué Bush no te deja venir?
Hace nueve años nació Ivette, pero Olga Salanueva no ha dejado de parir. Su parto definitivo llegará con la liberación de René. Mientras tanto, Cuba agita las banderas de una lucha que terminará solo con el retorno de los Cinco.

No hay comentarios: