viernes, 27 de abril de 2007

Solo pido justicia


El terrorismo es un fenómeno inhumano, despiadado repugnante. Se impone su exterminio con urgencia. Nadie olvida ni olvidará jamás los bestiales ataques terroristas contra nuestro país, como la explosión en pleno vuelo de un avión de Cubana en las costas de Barbados. Tampoco olvidaremos la muerte sorpresiva e insólita de miles de personas inocentes en el ataque terrorista contra el Centro Mundial del Comercio de Estados Unidos, el 11 de septiembre de 2001, que vistió de luto al pueblo estadounidense.
Para prevenir ese flagelo que tanto ha azotado y martirizado a nuestro pueblo, laboraban René, Ramón, Gerardo, Antonio y Fernando, luchadores antiterroristas que, precisamente por ello, cumplen largas e injustas condenas en distintas cárceles del imperio desde su arresto el 12 de septiembre de 1998.
La misión de los Cinco no era obtener secretos militares estadounidenses, sino monitorear las actividades terroristas de los grupos anticubanos en el sur de la Florida e informar de su planes agresivos contra Cuba.
El injusto arresto y procesamiento judicial de estos cubanos expone ante los ojos del mundo la hipocresía de las afirmaciones de Bush en cuanto a su oposición al terrorismo donde quiera que este aparezca.
Vale subrayar que ante la necesidad de defender la seguridad de nuestro país, los Cinco se infiltraron en los grupos terroristas para informar a Cuba acerca de los preparativos de atentados contra la Isla. Por eso, en 1998, el Gobierno cubano previno al de Estados Unidos sobre tales actividades que se organizaban desde la Florida y demandó realizar acciones concretas para impedirlo.
Pero la respuesta del Gobierno norteño ante las pruebas presentadas no fue actuar contra esos grupos terroristas, sino arrestar a los Cinco e imponerles injustas y desmesuradas condenas; mientras que protege en su guarida al más cruel e inhumano de los verdugos internacionales de este siglo al ordenar, mediante una jueza de El Paso, Texas, la libertad condicional de Luis Posada Carriles.
Ese veredicto constituye una afrenta al honor y la vergüenza de nuestro pueblo y, como parte indisoluble de él a René, Ramón, Fernando, Gerardo y Antonio, verdaderos embajadores de la dignidad.
Nada justifica el encierro de los Cinco. Solo nuestra lucha constante por su liberación, los traerá de vuelta a la Patria.

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